Práctica 2: Cultura del esfuerzo
El título de nuestro bloque de debate se titula "Recuperar el valor de la cultura del esfuerzo incentivando en los alumnos el afán de superarse". Tomando como base un artículo sobre la situación en Corea del Sur, donde los alumnos tienen una carga enorme de trabajo y de presión para poder superar el acceso a la universidad, debíamos reflexionar sobre la cultura del esfuerzo y cómo debía de plantearse la motivación, enfocándonos en el caso español.
El caso coreano es realmente extremo. Jornadas escolares interminables y una presión tal que en los últimos años había llevado al suicidio a cientos de escolares. El esfuerzo sobrehumano en la educación como un valor nacional del que no pocos coreanos se sentían orgullosos. Un sistema educativo claramente autoritario e incluso violento, ya que, aunque oficialmente se había prohibido los castigos físicos a los estudiantes, todavía se siguen usando. Aparentemente debía de ser similar al imaginario popular sobre el sistema educativo británico en la época victoriana.
Esta situación extrema es muy difícil de replicar en otros lugares. Corea del Sur, con un sistema fascista hasta finales de los años 80, con una sociedad conservadora y tradicional, no tiene características con las que podamos sentirnos identificados en la esfera occidental. Por todo esto en nuestro grupo de debate sobre todo surgieron dudas, más que conclusiones y propuestas claras.
Por un lado llegamos a la conclusión de que la motivación funciona mucho mejor en el estudiante por encima de la intimidación. Pero no todos los alumnos que están motivados son capaces de conseguir los estándares de resultados óptimos, lo que puede llevar a la frustración. Solamente el esfuerzo no es garantía de un buen resultado académico. De hecho, hay estudiantes que sin ningún tipo de esfuerzo y motivación obtienen buenas calificaciones, gracias a sus capacidades. Si la idea que se vende es que con esfuerzo se consigue todo y en la realidad no sucede así, puede llevar al estudiante a replantearse incluso su futuro académico.
De hecho en la sociedad tenemos múltiples ejemplos de cómo el esfuerzo no siempre conduce al éxito personal o profesional. En la mitología de la cultura del esfuerzo puedes conseguir todo lo que te propones, y la meritocracia es lo que hace avanzar a las personas. Pero en la realidad todos somos conscientes que el tener un buen punto de partida, más contactos, más un poco de suerte puede hacer que gente sin cualidades especiales llegue a altas posiciones, mientras que gente muy preparada no tiene por qué llegar tan lejos o incluso puede fracasar estrepitosamente. Esta realidad hay que confrontarla a los estudiantes, que son perfectamente conscientes de qué el esfuerzo muchas veces no les merece la pena. En otros casos sí. Pero para que cale una cultura del esfuerzo hay que modificar la sociedad.
Por otro lado, volviendo al caso coreano, un esfuerzo sobrehumano que interfiera con la propia vida, de forma dramática en muchos casos, ¿realmente merece la pena? La superación personal es gratificante, es motivadora o tiene el potencial para serlo, pero la caída puede ser muy dura. ¿Es suficiente el educar a personas para que se superen a sí mismas y sean cada vez mejores? Debería serlo, pero siempre que tengan a la realidad en frente el proceso puede ser tremendamente complicado, ya que la desmotivación será rápida y a veces definitiva.
El caso coreano es realmente extremo. Jornadas escolares interminables y una presión tal que en los últimos años había llevado al suicidio a cientos de escolares. El esfuerzo sobrehumano en la educación como un valor nacional del que no pocos coreanos se sentían orgullosos. Un sistema educativo claramente autoritario e incluso violento, ya que, aunque oficialmente se había prohibido los castigos físicos a los estudiantes, todavía se siguen usando. Aparentemente debía de ser similar al imaginario popular sobre el sistema educativo británico en la época victoriana.
Esta situación extrema es muy difícil de replicar en otros lugares. Corea del Sur, con un sistema fascista hasta finales de los años 80, con una sociedad conservadora y tradicional, no tiene características con las que podamos sentirnos identificados en la esfera occidental. Por todo esto en nuestro grupo de debate sobre todo surgieron dudas, más que conclusiones y propuestas claras.
Por un lado llegamos a la conclusión de que la motivación funciona mucho mejor en el estudiante por encima de la intimidación. Pero no todos los alumnos que están motivados son capaces de conseguir los estándares de resultados óptimos, lo que puede llevar a la frustración. Solamente el esfuerzo no es garantía de un buen resultado académico. De hecho, hay estudiantes que sin ningún tipo de esfuerzo y motivación obtienen buenas calificaciones, gracias a sus capacidades. Si la idea que se vende es que con esfuerzo se consigue todo y en la realidad no sucede así, puede llevar al estudiante a replantearse incluso su futuro académico.
De hecho en la sociedad tenemos múltiples ejemplos de cómo el esfuerzo no siempre conduce al éxito personal o profesional. En la mitología de la cultura del esfuerzo puedes conseguir todo lo que te propones, y la meritocracia es lo que hace avanzar a las personas. Pero en la realidad todos somos conscientes que el tener un buen punto de partida, más contactos, más un poco de suerte puede hacer que gente sin cualidades especiales llegue a altas posiciones, mientras que gente muy preparada no tiene por qué llegar tan lejos o incluso puede fracasar estrepitosamente. Esta realidad hay que confrontarla a los estudiantes, que son perfectamente conscientes de qué el esfuerzo muchas veces no les merece la pena. En otros casos sí. Pero para que cale una cultura del esfuerzo hay que modificar la sociedad.
Por otro lado, volviendo al caso coreano, un esfuerzo sobrehumano que interfiera con la propia vida, de forma dramática en muchos casos, ¿realmente merece la pena? La superación personal es gratificante, es motivadora o tiene el potencial para serlo, pero la caída puede ser muy dura. ¿Es suficiente el educar a personas para que se superen a sí mismas y sean cada vez mejores? Debería serlo, pero siempre que tengan a la realidad en frente el proceso puede ser tremendamente complicado, ya que la desmotivación será rápida y a veces definitiva.
Recoges aquí una reflexiones muy interesantes que me han hecho pensar. Desde luego que la violencia y la intimidación no parecen ser el mejor recurso para incentivar a un estudiante, o a una persona en general, a interesarse por algo y a estar motivado. Respecto a la eterna cantinela de los profesores que dicen que sus alumnos no se esfuerzan, ¿quizá confundimos esfuerzo con tiempo invertido? Considero que el éxito puede estar más relacionado con saber valerse de las capacidades y habilidades de las que uno dispone que de un esfuerzo titánico mal aprovechado.
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